“Tras la mirada del niño” – educación artística

Inauguramos el 2018 con un nuevo proyecto de arte que vió su primera gran puesta en escena el día de Carnaval con una exposición que llevaba por título “Tras la mirada del niño. De Van Gogh a Kusama”. De nuevo, “El Arte” protagonizó nuestro trabajo en la Falla de este año. Aunque con menos bombo y platillo, el arte sigue formando parte del día a día en ituitu y está aquí para quedarse. No se trata de fiestas vistosas ni de actividades puntuales, sino de educación artística.
El fin último de la educación artística no es conocer un montón de pintores o valorar un cuadro (que también). Es aprender a comunicarse, a admirar, a dejarse conmover y sentir la belleza de una puesta de sol o de un amanecer.
Todos los niños demuestran interés por el arte desde el nacimiento. Mientras se esfuerzan por desarrollar el lenguaje verbal, encuentran otras formas de expresión en el arte y la música. Bien gestionado desde la infancia, ambos canales – verbal y no verbal- coexistirán toda la vida. Además de ser un medio de expresión, la experiencia artística es una experiencia sensorial que posteriormente contribuirá al desarrollo del intelecto.


Todos experimentan el arte de forma placentera, con todo su cuerpo y como parte de la vida cotidiana. Por eso sus dibujos expresan su sentir y su visión de mundo, sin filtro alguno. Un niño pinta sin un fin concreto, sólo para disfrutar, acumulando impresiones que formarán su psique.
Para trabajar el desarrollo artístico debemos comenzar por esa experiencia sensorial. Sólo después se intelectualiza nombrando, clasificando o comparando imágenes, autores o materiales. No obstante, contrario a lo que se pueda pensar, un sólido desarrollo artístico no consiste en la continua producción de imágenes con distintas técnicas, mucho menos predeterminadas por el adulto. Hay que empezar aprendiendo a comprender lo que uno ve y a descubrir gracias a la experimentación libre. Observación y experimentación libre son las dos caras de una misma moneda.


Nosotros trabajamos la observación colocando láminas grandes a la altura de la mirada de los niños y hablando sobre ellas. “¿Qué ves?” es una pregunta fantástica para comenzar. ¡Preparaos para que los niños os sorprendan!, porque ven mucho más de lo que nos podamos imaginar. Ven colores, trazos, formas, objetos cotidianos, personajes. Cuando aún no hablan, somos nosotras quienes vamos señalando lo más prominente de la obra. Además, las imágenes de cuadros deben cambiar cada 4-8 semanas, con autores contrastantes. Las familias podéis reforzarlo con los cuadros de casa y yendo a exposiciones, en las que podéis elegir un par de obras para que no se cansen. Visitas fugaces que con el tiempo se irán extendiendo. Es un proceso paulatino y debe ejercitarse regularmente.


¿Por dónde empezar? Nosotras elegimos pintores como Miró, Kandisnky o Kusama por su estilo no figurativo, fácil de entender para el niño, con colores primarios, planos, con figura y fondo (sin más perspectiva). Otros temas apropiados son aquellos que pueden identificar como los retratos de madres con niños, animales, paisajes, bodegones con elementos cotidianos. “El beso” de Klimt y “La noche estrellada” de Van Gogh son perfectos para los niños de dos a tres años. Después de ver a Van Gogh, podemos analizar a Miró y alternar sus obras.

Esto fue lo que hicimos nosotras en Fallas, introduciendo también la escultura como otra forma de expresión artística. Ahora, a propósito de la llegada de la primavera, hemos vuelto a renovar nuestras imágenes y las paredes se han cubierto de flores.
Experimentamos con materiales, texturas, colores, densidades, temperaturas etc, para descubrir a través de los sentidos. También con variedad de soportes, técnicas e instrumentos. Es imprescindible recordar que a, estas edades, el resultado nunca importa. El valor está en el proceso en sí. Por eso, uno de los mayores errores que podemos cometer los adultos es preguntarle a un niño “¿qué es?”, refiriéndonos a su dibujo.
¿Y la libertad? Un niño que puede experimentar en libertad y se siente seguro expresándose, desarrolla una percepción positiva del mundo y de sí mismo, autoafirmándose. Además, pintando y construyendo en libertad lograrán comprender conceptos abstractos que más adelante podrán intelectualizar.

En ituitu, esto implica que los niños tengan acceso libre a distintos materiales y tiempo para usarlos a sus anchas. Los rincones de arte de nuestras aulas van evolucionando con ellos. En las aulas de un año, las ceras o las tizas están al alcance de la mano. En las aulas de los mayores, también hay plastilina o gomets además de rotuladores y lápices en cajones a su altura y que usan cómo y cuándo quieren.
A lo largo del curso, nosotras somos testigo de la evolución de las habilidades gráficas y de expresión de cada uno. Sin embargo, las familias tienen en el arte una oportunidad única para conectar emocionalmente con sus hijos. Aquí os dejamos los valiosos consejos que tenemos en nuestra recepción. Esperamos que los disfrutéis durante muchos años.

 

¿Quién dice que los bebés no juegan? El Cesto del Tesoro

El Cesto del Tesoro es un juego de estimulación temprana para los bebés. Una actividad ideal desde el momento en que son capaces de sentarse cómodamente hasta que empiecen a gatear.
El juego de El cesto del tesoro consiste en situar en el suelo una cesta llena de diferentes objetos cotidianos, de manera que los niños, sentados en el suelo puedan acceder fácilmente y explorarlos sensorialmente.
Los objetivos que se trabajan con este juego son:

Estimular la percepción auditiva, visual, táctil, olfativa y gustativa.
Desarrollar la capacidad de coordinación mano-ojo-boca.
Favorecer el conocimiento de objetos de su entorno.
Potenciar la curiosidad por descubrir las cualidades de su entorno.
Ofrecer una oportunidad para que aprenda por él mismo.
Aumentar la capacidad de concentración.
Desarrollar la capacidad de exploración.
Estructurar el pensamiento.


Materiales :
La selección de objetos de El cesta del Tesoro se debe hacer en función de las siguientes características:
Deben ser materiales diferentes (de madera, hierro, tela..)
Tienen que despertar al máximo todos los sentidos, por lo cual, se recomienda jugar con las texturas, el peso, el volumen, el color, el sonido, etc. Se trata de que el bebé experimente todas las experiencias sensoriales que sean posibles.
El cesto debe tener unos 35 cm de diámetro y 10 de altura. La base debe ser plana, sin asas y fuerte para que puedan apoyarse en el sin que se vuelque.
Objetos naturales: piñas, piedras grandes, conchas, castañas grandes, plumas grandes, piedra pómez, corchos de tamaños grandes, esponja vegetal, limón etc
Objetos de materiales naturales: ovillo de lana, esterilla de rafia pequeña, cepillo de dientes, brocha de pintor…
Objetos de madera: cajas pequeñas, tambor pequeño, castañuelas, pinzas de la ropa, cubos, servilleteros, cuchara…
Objetos de metal: cucharas, manojo de llaves, embudo pequeño, armónica, llaveros, manojo de cascabeles, colador de té, tapas de botes…
Objetos de cuero, tela, piel: hueso para perros, monedero de cuero, pelota que bote, trozo de tubo de goma, muñeca de trapo pequeña, pelotas de tenis, oso de peluche, bolsa cerrada con abalorios…
Objetos de papel o cartón: libreta pequeña con espiral, papel de aluminio, cajas de cartón pequeñas, rollos de papel de cocina…


El juego:
El adulto se encargará de la elección de los objetos que deberán de ser adecuados para los más pequeños, teniendo en cuenta que va dirigida a bebés que tienen a metérselo todo en la boca. Para la selección de los objetos se debe tener en cuenta que no deben de ser nunca juguetes comerciales ni objetos de plástico, que simplemente nos aportan como estímulo el color, sino objetos de uso diario.

Hay que llenarlo de objetos hasta el borde para que tengan gran cantidad de objetos para escoger los que más le atraigan. El adulto debe sentarse cerca sin hablar ni intervenir, a menos que el niño necesite que se le atienda. El Cesto del Tesoro debe cambiar y evolucionar continuamente con la introducción de objetos nuevos. Por eso, es esencial que el adulto no intervenga en ningún momento y esté observando a una cierta distancia, sin darle los objetos al niño, ni decirle cómo manipularlos. Únicamente estará allí para ofrecerle la seguridad con su mirada y atender sus necesidades cuando sea oportuno.


A través de este proceso de observación podemos identificar las preferencias y las actitudes del niño con cada objeto y decidir cómo iremos renovando los contenidos. Como veis, no es necesario llenar a los pequeños de toneladas de juguetes caros que limitan su creatividad y a los que, muchas veces, no hacen ni caso. El Cesto del Tesoro es una actividad económica y fácil de preparar en casa, en la que estaremos potenciando el desarrollo integral gracias a la estimulación de los sentidos del bebé y la autonomía o “poder de decisión” que les proporciona.

Bombones de calabacín

Ingredientes para unos 12 bombones:
2 cucharadas de aceite de oliva
Medio kilo de calabacín, cortado a cubitos muy pequeños
La ralladura de la piel de medio limón
2 cucharadas generosas de queso parmesano
70 gr de mozzarella fresca
50gr de pan rallado
1 diente de ajo muy picado

Para adultos, añadimos sal y piñones. Precalentamos el horno a 200 grados.
Mientras, calentamos el aceite en una sartén grande a fuego medio/alto. Freímos el calabacín unos diez minutos, hasta que esté dorado. Separamos y dejamos enfriar un poco. Después lo mezclamos con todos los ingredientes. La mezcla es densa y un poco pegajosa.
Hacemos bolas del tamaño de una nuez y las vamos colocando en la bandeja del horno, cubierta de papel.
Horneamos durante unos 15 minutos, hasta que estén dorados.
Se pueden servir calientes, templados o fríos. Solos o cómo acompañamiento.
Son perfectos para los que practiquéis “baby led weaning” porque los pueden coger con las manos fácilmente y son blanditos.
Se pueden congelar sin hornear.