Gestionar las rabietas

 El pasado 28 de febrero tuvimos una nueva edición de nuestra Escuela de Padres en la que se trató el tema de las rabietas. Lo impartió Mar Buades, psicóloga y especialista en inteligencias múltiples. En este artículo, Mar nos resume las claves para entender por qué se producen y cómo gestionarlas.

Todos tenemos 6 emociones básicas, de ellas tres nos vienen “de serie” y otras tres nos vienen entrenadas. Las emociones de serie son: ira, miedo y tristeza. Estas emociones son de supervivencia, sin ellas no podríamos afrontar las situaciones que nos depara la vida. Por ejemplo, la ira nos ayuda a decir: “basta, esta situación, no me gusta”. El miedo nos facilita la huída ante situaciones de peligro y amenaza. La tristeza nos protege, nos conduce a tomar conciencia de lo que es negativo para nosotros, nos ayuda a digerir y procesar las vivencias negativas a través del duelo, reordenando nuestras ideas y emociones para adaptarnos mejor a nuestro entorno.

Las emociones entrenadas son: alegría, amor, felicidad, a las que podríamos añadir también la sorpresa. Estas emociones son educadas, y según el grado de amor, felicidad o alegría, con el que nos eduquen, nos desarrollaremos más o menos en esa emoción.

Es importante tener en cuenta que no podemos ni debemos extinguir una emoción, ya que todas son útiles para sobrevivir. Sin embargo, como padres sí que podemos ayudar y acompañar a nuestros hijos en la vivencia de sus emociones ayudándoles a gestionarlas mejor.

Las rabietas son una subemoción de la ira, y se manifiestan por un pico de frustración que los peques no pueden controlar aún. Entre el 50% y 80% de los niños tienen rabietas al menos una vez a la semana, y el 20% todos los días.

Las claves para una correcta gestión emocional de las rabietas son:

1.- Conocer cuál es mi estado emocional como padre. Si estoy enfadado, nervioso… puedo contagiar mi emoción a mi peque, por tanto debo esforzarme por mantener la calma y la serenidad, o pedir un relevo y distanciarme hasta que esté en condiciones de afrontar la situación.

2.- Evitar los sentimientos de culpa. La ira es una emoción natural e interpretarla desde esquemas de culpabilidad no ayudará a superar la situación.

3.- Ser claros y concisos en lo que pido o espero de mi hijo. Es la mejor manera para abrir una vía de comunicación en unos momentos en que el niño está centrado en sus propias emociones.

4.- Mantener el consenso y la complicidad entre los adultos de la casa. La unidad de acción es fundamental para que la respuesta sea consistente.

5.- Conectar con mi hijo y empatizar, en ese momento me necesita más que nunca.

6.- Respetar. Educar en el respeto y con unos límites que respetamos todos, también respetamos su “momento” de enfado, todos podemos estar enfadados.

7.- Expresar mis sentimientos, lo que me gusta y lo que no. Ofrecer alternativas (no sólo decir lo que no puede hacer, si no ofrecerle la alternativa de lo que sí puede).

8.- Poner límites ya que estos ofrecen seguridad, respeto y una base para la convivencia.

En resumen, las rabietas infantiles son una parte normal del desarrollo infantil, así que la mejor forma de afrontarlas es con normalidad, calma, y en la medida, de lo posible, sentido del humor. Es además una fase necesaria, ya que en ella los niños aprenden a tolerar la frustración, un aprendizaje vital imprescindible para vivir en una sociedad en la que tendrán que lidiar con normas, límites y renuncias. Que lo consigan dependerá mucho de nuestra capacidad para transformar sus berrinches en oportunidades para enseñarles habilidades emocionales que les ayudarán a ser adolescentes y adultos maduros y equilibrados el día de mañana.