Un mural para Carnaval

Los niños aprenden a través de sus sentidos y para nosotros es importante que haya un hilo conductor entre todo lo que hacemos. En este caso, nuestra propuesta de actividad grupal, lo que luego vemos en nuestro aula, lo que después nos ponemos o celebramos. Por esta razón, desde la clase de los bebés os proponemos esta actividad sensorial, creativa y divertida que puede servir para muchas ocasiones.

Con motivo de la semana de Carnaval, hemos realizado un mural de diferentes colores con pintura comestible, que finalmente trasformamos en medallas olímpicas como complemento de nuestro disfraz. Trabajamos con pintura comestible porque los niños todavía se encuentran en la fase oral, en la que su instinto es llevarse todo a la boca para experimentar las cualidades de los objetos que encuentran en su entorno más próximo.

Ingredientes y materiales:

  • Una cartulina blanca. No recomendamos papel continuo porque es fino y la cantidad de pintura que se utiliza hace que se acabe rompiendo.
  • Cinta adhesiva de pintor.
  • Tijeras
  • Cintas de colores

Para hacer la pintura comestible utilizaremos:

  • 2 cucharadas de harina de trigo
  • 3 gotas de colorante alimenticio
  • 3 cucharadas de agua
  • 1 pizca de purpurina (opcional – ojo, si añadimos purpurina, la pintura ya no es comestible)

Preparación y desarrollo de la actividad:

Mezclamos bien con ayuda de una cuchara o un pincel hasta conseguir una textura similar a la pintura.

Nosotros hicimos el mural utilizando tres colores: azul, amarillo y rosa.

¡Con la pintura lista, sólo falta pasar a la acción!

Colocaremos la cartulina blanca en el suelo, la fijaremos con cinta adhesiva, y les iremos presentado a los niños cada color paulatinamente, dejando caer una o dos gotas primero y luego un poco más.

Además, dejaremos el tiempo necesario para que el niño observe y experimente, sin prisa.

Sucesivamente, respetando los tiempos del niño, vamos cambiando de color. Mientras los observa y toca, nombraremos de qué color se trata, hasta tres veces. Por ejemplo, dejamos caer las gotas del amarillo y repetimos: amarillo, amarillo, amarillo.

Debemos no tener prisa pues la actividad comienza desde el momento en que los niños están concentrados en observar cómo van cayendo las gotas de pintura sobre la cartulina; la forma que esta adopta y cómo se va deslizando sobre el papel; el color, el brillo y el contraste que presenta…

Damos al grupo libertad de experimentación, concentración y disfrute a lo largo de la actividad y poco a poco van formando el mural.

Una vez dejen de estar interesados en el proceso, colgaremos el mural a la altura de los niños,para que puedan ver y tocar su propia creación artística. De esta manera la imagen que el niño observa es significativa pues ha sido creada a partir de su propia experiencia, de su propia interacción con la materia.

Finalmente, reutilizaremos este mural transformándolo para lo que queramos.

En nuestro caso, unas medallas olímpicas que dieron el broche final a sus disfraces y llevaban puestas durante la Fiesta de Carnaval.

De esta manera, también tendrán un pequeño recuerdo de esta experiencia de aprendizaje experiencial y significativo.