Poner la mesa es un juego de niños

En esta actividad que hacemos en ituitu trabajamos principalmente la autonomía. ¿Por qué es importante? Porque el desarrollo de la autonomía personal es un objetivo prioritario en la educación de un niño. Un niño autónomo es aquel que es capaz de realizar por sí mismo aquellas tareas y actividades propias de los niños de su edad y de su entorno socio cultural.
Conquistar su autonomía, proporciona a los niños satisfacción y confianza en sí mismos. Además, desarrollan el sentido de pertenencia al grupo (en este caso, a su familia o su grupo escolar) al sentirse útiles y respetados. Normalmente cuando progresan en este aspecto, también lo hacen en su aprendizaje y relación con los demás.
Un niño poco autónomo es un niño dependiente, que requiere ayuda continua, con poca iniciativa, de alguna manera sobre protegido. Así, pueden acabar presentando problemas de aprendizaje, motivación y autoestima.

Materiales que vamos a utilizar:
– cartulina blanca o de color
– rotulador gordo para marcar bien la silueta
– cubiertos, vasos y plato.
– comida para hacer el juego aún más divertido y completo.

Cómo lo hacemos:
Pintamos en la cartulina la silueta de lo que queramos trabajar, en este caso: cubiertos, vaso, plato y servilleta.
Ponemos la cartulina sobre una mesa baja en la que puedan trabajar cómodamente.
Colocamos cubiertos, platos y vasos a su alcance pero con cierta distancia para que sean capaces de trasladarlos ellos solos.
¡Y ya estamos listos para empezar a jugar! Trabajar hábitos puede ser muy divertido para ellos

En esta actividad hemos utilizado utensilios de plástico pero es recomendable utilizar elementos de verdad y hacer la actividad en tiempo real (es decir, a la hora de comer) para que la contribución sea completa y puedan disfrutar del resultado verdadero de su esfuerzo. Probarlo en casa ¡os sorprenderan!

¡Que aproveche!

Croquetas de pescado con autonomía, crema de coliflor con autoestima, puré a lo “yo solo puedo”… Los platos del menú de ituitu están incorporando nuevos y sabrosos ingredientes. Y es que este mes los niños han estrenado un nuevo espacio de comedor y lo que es más importante, viven una nueva experiencia a la hora de comer. Una experiencia diseñada para potenciar sus conquistas de este curso y continuar favoreciendo su autonomía.

Todos los días, hacia las 11:45, tras haberse lavado las manos, los más de 30 niños de las aula del Mar y el Bosque que se quedan a comer, entran en el aula polivalente y muy seguros de sí mismos se organizan para comer. Puede parecer que es por arte de magia que reine tanta calma y todos coman tan bien, pero no… es planificación, observación y muchas ganas. Bueno, ¡y la riquísima comida de Maribel, claro!

Sentirse autónomos tan pequeños les ayuda a fortalecer la imagen que tienen de sí mismos, y su confianza para continuar aceptando retos. Además, cuando se sienten útiles dentro de un grupo, se refuerza el tan necesario sentimiento de pertenencia social. Por eso, en ituitu la autonomía la trabajamos sin prisa pero sin pausa a lo largo de todo año, en todos los aspectos, dentro y fuera del aula.

Los adultos jugamos un papel esencial en este proceso. Nuestra función es doble: proporcionar a los niños oportunidades en las que puedan tener éxito y resistir la tentación de ayudarles en todo momento.

En septiembre, cuando llegaba la hora de comer, nuestro objetivo era que los niños pudieran sentarse y comer tranquilos. Parece tarea sencilla, pero no siempre era posible. Superado el periodo de adaptación, comenzamos a incrementar poco a poco la colaboración más activa de nuestros comensales. Por ejemplo, darles los pechitos para que se los pusieran ellos solos o pedir un par de voluntarios para repartir los cubiertos. A finales de febrero, las profesoras valoraron que el grupo entero estaba listo para mayores retos, pero observaron que necesitaban más espacio para poder seguir avanzando. Así, reubicaron el comedor dentro de la misma aula polivalente e integrando las rutinas que ya formaban parte del proceso diario, lo redefinieron de principio a fin. El resultado, un grupo grande de niños de entre 2 y 3 años que disfruta comiendo y no necesita prácticamente de la intervención de los adultos a su cargo.

Y esto es lo que ocurre… Hacia las 11:45, los niños entran ordenadamente en el comedor, toman sus pechitos (que ya nadie les da), se los ponen y toman asiento. Ayudan a poner el mantel, mientras dos compañeros reparten las cucharas para el primer plato.

Una vez están listos, por mesas, se van levantando a por su comida y vuelven a su sitio. Al terminar, vacían sus sobras (¡cuando las hay!), dejan el cubierto sucio y el plato en los puntos dispuestos para ello.

A continuación, cogen su segundo plato. Repiten el proceso para el postre, y cuando han acabado, dejan sus pechitos sucios en el lugar indicado. De nuevo en orden y por grupos, vuelven a sus aulas para asearse y preparase para una merecida siesta.

Mientras ellos comen, las profesoras reparten las cestas del pan, sirven agua o más platos cuando alguien quiere repetir, y están disponibles para lo que cualquiera pudiera necesitar.

El secreto de su éxito: hacer protagonistas a los niños de principio a fin, proporcionándoles las condiciones necesarias para que puedan valerse por sí mismos. El resultado: niños satisfechos, una ambiente más tranquilo y ordenado y una comida más deliciosa si cabe. Porque cualquier plato está más sabroso cuando le añades una cucharadita de confianza, medio vasito de autoestima y una pizca de responsabilidad.